¿Quiénes somos?

Esa es el interrogante que nos deja Michael Moore en su última película Sicko -un documental sobre el sistema de salud en Estados Unidos- y realmente la respuesta es triste.
Es cierto que -hoy por hoy- la dominación en el mundo ya no pasa por los ideales. Es cierto también, que la ambición es considerada una virtud y los valores están en baja. Quizás, la más cruda de las verdades sea descubrir cómo se lucra con la salud porque es un tema prioritario en todo el mundo.
Por eso, Moore comenta varios casos de ciudadanos comunes en distintos estados del país y el sistema perverso originado durante el gobierno de Nixon y vigente hasta ahora. La relación de los laboratorios, las prepagas y los políticos.
A diferencia de filmes anteriores como Farenheit 911 y Bowling for Columbine- este documental conmueve más porque el tema hiere susceptibilidades.
No conforme con retratar la realidad en su país natal confronta con los servicios de salud en Canadá y en países de Europa como Francia donde para poder ser asistido por el servicio "social" de salud lo único que se necesita es llenar una ficha con los datos.
Lo interesante y lo paradógico es que en un mundo capitalista como en el que vivimos, algunos países posean el desarrollo suficiente como para emplear un sistema socialista en el área de salud.
Es sin lugar a dudas, un golpe bajo al sentimiento nacionalista de los yankies porque pone de relieve las deficiencias y los intereses de un país que pide compromisos con sus ciudadanos y después, los deja abandonados a la "buena de Dios". Un país que se rige por el Gobierno del miedo y donde "los enemigos impuestos" no son tan enemigos.
"Divide y reinarás" decía Napoleón pero -poco a poco- los máscaras van cayendo y es esa misma sociedad la que termina descubriendo la manipulación en la que está inmersa.
Interesante y recomendable porque permite tener una segunda mirada a nivel internacional sobre un tema de carácter universal con el devenir de los tiempos.